martes, 1 de abril de 2014

La bondad de las Palabrotas.

Hoy me he encontrado por casualidad con esta "tarjeta" en facebook. Y la verdad es que me viene al pelo para explicar algo de lo que soy defensora hace mucho tiempo: las virtudes de las palabrotas.
  ¿qué es una palabrota?
La definición de Wikipedia dice que:
"El lenguaje soez es un conjunto de formas lingüísticas consideradas por toda la comunidad lingüística o parte de la misma como formas indecentes, inapropiadas, groseras u ofensivas. Qué constituye lenguaje soez y qué no, es una convención cultural y solo puede ser definido dentro del nivel émico de las ciencias sociales. Generalmente se utilizan en el lenguaje soez expresiones sobre lo que en la sociedad es sagrado (religión, familia) o sobre lo que se considere tabú (sexo, partes del cuerpo, escatología) o bien expresiones que exacerben descripciones personales (insultos)."
http://es.wikipedia.org/wiki/Lenguaje_soeze

 Lo cierto es que, hoy en día,  la palabrota en sí carece de un significado real. Todos sabemos que cuando se llama a alguien "cabrón" no le estamos diciendo que le hayan "puesto los cuernos", o que alguien sea un "hijo de puta" no significa que su madre se prostituya. Ni que si algo es una mierda esté literalmente compuesto por... bueno, todos sabemos la respuesta.

Lo que de verdad significa toda palabrota es un acento emocional en lo que se dice; y en una sociedad que sólo permite formas de expresión sumisas (mal entendidas como pacíficas) toda emoción debe de estar contenida. No nos engañemos, las emociones intensas son violentas. Casi siempre desembocan en actos de violencia, puede ser violencia amorosa, si se quiere, pero violencia.  La  mera palabra "violencia" está tan cargada de significados negativos que nos cohibimos de pronunciarla y tememos que nos crean defensores de ella. ¿porqué? porque se supone que toda violencia es dañina. Su significado también se ha simplificado. Cuando se habla de padecer  "violentas emociones" no hacemos referencia al daño que esa emoción causa, sino a la mella que hace en nuestro estado de ánimo.
  Y las palabrotas no hacen sino expresar un estado de ánimo.
 Por mi parte creo y defiendo que: las emociones deben de ser reconocidas y aceptadas con toda la contundencia que poseen, pese al riesgo de ser censuradas. Y que si alguien manifiesta la intensidad de dichas emociones cuando habla, encontrará en las palabras un canal de emisión lo bastante sano como para desprenderse de ellas, desahogarse, comunicarse y hacerse entender.
   La persona que usa la palabrota en su vida cotidiana y en su lenguaje habitual no es tan solo "maleducada", es alguien que se contiene menos, alguien menos reprimido, y por tanto más libre. La persona que usa palabrotas en su vida cotidiana está de una forma instintiva más en contacto con sus emociones que con la censura que nos exigen que les apliquemos;
   La palabrota sólo es una herramienta de comunicación que transmite la intensidad con que nuestras emociones empapan nuestros argumentos, por lo tanto, como dice esta postal, al utilizarlas sin censura estamos acometiendo un ejercicio de honestidad.